Personas
Protagonistas en la prevención

Danilo Vergani Machado

Dr. Danilo Vergani Machado specializes in international relations with a specific emphasis on public policies related to human rights in Brazil. With over 10 years of experience as a Social Policy Analyst at the Ministry of Human Rights and Citizenship, he actively engages in the development, monitoring, and evaluation of public policies on human rights. In 2016, Dr. Vergani participated in the development of the Citizenship and Democracy in School Project, led by the Auschwitz Institute for the Prevention of Genocide and Mass Atrocities (AIPG). Since then, he has become a valued partner in AIPG initiatives in Brazil. Additionally, he is an AIPG alumnus of the 2017 edition of the Global Raphael Lemkin Seminar for Genocide Prevention in Oświęcim, Poland.

El Dr. Danilo Vergani Machado es un especialista en relaciones internacionales con un enfoque específico en políticas públicas relacionadas con los derechos humanos en Brasil. Con más de 10 años de experiencia como analista de políticas sociales en el Ministerio de Derechos Humanos y Ciudadanía, participa activamente en el desarrollo, seguimiento y evaluación de políticas públicas sobre derechos humanos. En 2016, el Dr. Vergani participó en el desarrollo del Proyecto Ciudadanía y Democracia en la Escuela, liderado por el Instituto Auschwitz para la Prevención del Genocidio y Atrocidades Masivas (AIPG). Desde entonces, se ha convertido en un valioso colaborador de las iniciativas de AIPG en Brasil. Además, es exalumno de la edición de 2017 del Seminario Global Raphael Lemkin para la Prevención del Genocidio en Oświęcim, Polonia.

Danilo Vergani Machado é Doutor em Relações Internacionais e Especialista em políticas públicas de direitos humanos. Atua há mais de 10 anos como membro da carreira de Analista de Políticas Sociais no Ministério de Direitos Humanos e Cidadania, onde desenvolve, monitora e avalia políticas públicas inseridas na temática dos direitos humanos. Em 2016 participou da construção do Projecto Cidadania e Democracia desde a Escola, liderado pelo Instituto Auschwitz para Prevenção do Genocídio e Atrocidades Massivas e, desde então, tem sido parceiro das iniciativas do AIPG no Brasil. Foi alumno da edição de 2017 do Seminário Global Raphael Lemkin na cidade de Oświęcim, Polônia.

Personas
Entrevista

¿Qué le llevó a trabajar en el campo de los derechos humanos, y quién o qué le inspira a seguir trabajando en este campo?

En 2007, me matriculé en el programa de Máster de la Universidad de Brasilia, realizando una investigación en el campo de las Relaciones Internacionales. En aquel momento, mi objetivo era comprender la reorganización de la política mundial y la dinámica de interacción entre los países del sistema internacional tras la disolución de la Unión Soviética y el abandono del orden mundial bipolar. La serie de conflictos de la década de 1990 arrojó una mirada crítica sobre la capacidad de las Naciones Unidas para prevenir y promover la paz. El rápido aumento de las operaciones de mantenimiento de la paz subrayó la necesidad de introducir cambios estructurales en la organización. Uno de los principales símbolos de esta reforma, y el tema de mi máster, fue la creación del Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas en 2006. Desde entonces, los derechos humanos se han convertido en parte integrante tanto de mi formación académica como de mi práctica profesional.

También considero fundamental en esta trayectoria el trabajo de consultoría que realicé en 2009 para la entonces Secretaría de Derechos Humanos de la Presidencia de la República, que, tras diversas reestructuraciones y arreglos institucionales, hoy se ha convertido en el Ministerio de Derechos Humanos y Ciudadanía. En esa época, siendo aún académico, tuve la oportunidad de actuar como consultor en la elaboración del Programa Nacional de Derechos Humanos III (PNDH-3). En 2008, en una ceremonia en homenaje a los caídos en el Holocausto, el Gobierno Federal convocó a la sociedad a revisar el PNDH-2, y lo que siguió fue uno de los más destacados ejemplos de participación democrática en la creación de políticas públicas. El documento fue construido a partir de la XI Conferencia Nacional de Derechos Humanos, con la participación de 1.200 delegados y más de 800 observadores. Este movimiento consideró los resultados de más de 50 conferencias nacionales temáticas celebradas desde 2003. El producto final fue un documento que consiguió integrar la agenda de derechos humanos en Brasil e indicar las responsabilidades de los 31 ministerios que componían el gobierno federal en aquel momento. Aunque sujeto a críticas, el PNDH-3 sigue siendo la referencia para las políticas públicas brasileñas de promoción de los derechos humanos.

Esta trayectoria sólo fue posible gracias al apoyo y la colaboración de varias personas, entre ellas mis asesores académicos, colegas del Ministerio y miembros de la sociedad civil. Sin duda, el trabajo realizado por Instituto Auschwitz también desempeñó un papel crucial. La inspiración, por tanto, procede de la convicción de que promover la dignidad humana reforzando los derechos humanos es la forma más eficaz de garantizar que la paz no sea sólo un periodo entre guerras.

¿Puede hablarnos del trabajo que realiza para el Ministerio de Derechos Humanos y Ciudadanía de Brasil?

En 2013, inicié mi carrera como Analista de Políticas Sociales, integrándome al equipo de la entonces Secretaría de Derechos Humanos de la Presidencia de la República. Esta oportunidad también me permitió iniciar un curso de especialización en Políticas Públicas de Derechos Humanos. En los últimos 10 años, he trabajado en la promoción y defensa de los derechos humanos mediante el análisis, la coordinación, el desarrollo, el seguimiento y la evaluación de diversas políticas públicas orientadas a los derechos humanos en el Estado brasileño. Estas políticas abarcan una amplia gama de temas y atienden a grupos vulnerables, como las personas con discapacidad; cuestiones relacionadas con la memoria, la verdad y la ciudadanía; preocupaciones relacionadas con los fallecidos y desaparecidos, la educación y la cultura de los derechos humanos, la formación de Consejos y Comités para la participación de la sociedad civil; y los esfuerzos para combatir la tortura, la promoción de la diversidad y la cooperación internacional; hacer frente a los desafíos que enfrentan las personas que viven en las calles; contrarrestar el discurso de odio; prevenir el genocidio y las atrocidades masivas; hacer frente a las poblaciones migrantes; y garantizar el bienestar de los ancianos, entre otras áreas.

Además, dada mi formación académica en Relaciones Internacionales, también asumo responsabilidades relacionadas con iniciativas de cooperación internacional y participo en diálogos multilaterales en todas las áreas temáticas del Ministerio. Esta implicación incluye la participación en diálogos técnicos en la Reunión de Altas Autoridades de Derechos Humanos del MERCOSUR (Mercado Común del Sur), la participación en el desarrollo de proyectos en colaboración con la Unión Europea y el fomento del diálogo y la cooperación con diversos organismos de las Naciones Unidas.

¿Qué acciones y/o políticas considera más eficaces para la prevención a largo plazo de las atrocidades masivas?

Reforzar una cultura de aprecio y respeto de los derechos humanos es fundamental para prevenir con éxito el genocidio y las atrocidades masivas. En este sentido, el desarrollo de iniciativas de educación en derechos humanos, que abarquen tanto la educación formal como la no formal, es un requisito previo esencial para crear una sociedad menos susceptible a los prejuicios, la intolerancia, la discriminación, la incitación al odio y la violencia. Para lograrlo, la promoción de los valores democráticos y de la ciudadanía debe comenzar en las primeras etapas del sistema educativo y persistir a lo largo de toda la vida, integrándose en diversos contextos sociales y profesionales.

Además, el Estado debe desempeñar un papel crucial en la prevención reforzando las instituciones y formando a su personal para identificar y abordar los factores de riesgo de genocidio y atrocidades masivas. Las instituciones estatales deben participar activamente, y los funcionarios deben recibir formación para comprender los riesgos dentro de los contextos sociales, económicos y políticos que potencialmente pueden escalar en procesos de crisis y conflictos violentos.

¿Qué ha aprendido en la AIPG que haya cambiado su forma de enfocar el trabajo?

Mi implicación inicial con la Instituto Auschwitz comenzó a través del proyecto Ciudadanía y Democracia en la Escuela en 2016. Durante nuestras reuniones iniciales para familiarizarnos con AIPG y entender sus propuestas, nos dimos cuenta de que AIPG tenía un enfoque innovador, pluralista, democrático y muy eficiente.

Un aspecto clave que destacó fue la definición colectiva de las directrices del proyecto, en la que participaron más de cien personas de diversas procedencias y campos profesionales. Este enfoque integrador aumentó significativamente el compromiso de todas las partes interesadas. Hacer hincapié en la importancia de valorar a los estudiantes, los profesores y sus contextos locales fue crucial a la hora de desarrollar los materiales de formación y apoyo del proyecto. El proyecto utilizó eficazmente los materiales didácticos disponibles gratuitamente respetando la autonomía de los profesores y sus experiencias locales. Esta fue la primera contribución concreta de la AIPG que no sólo cambió y mejoró mi forma de trabajar, sino que también influyó en el desarrollo de políticas públicas para la educación en derechos humanos dentro del Ministerio.

Tras la experiencia piloto de 2018, implementada en siete escuelas públicas del estado de São Paulo y el Distrito Federal, el proyecto se expandió significativamente. A pesar de los desafíos que enfrenta la educación pública brasileña debido al COVID-19 y las complejidades burocráticas inherentes en un país con vastas dimensiones geográficas, el proyecto se expandió a doce estados y tres ciudades de Brasil. Como resultado, desde 2018, más de 3.600 profesores y aproximadamente 111.000 estudiantes han participado en la iniciativa.

Mi participación en la edición mundial del Seminario Raphael Lemkin en 2017 y en varios otros cursos, ya sea como estudiante o instructor, también fue fundamental. La educación continua y la red de personas comprometidas con la prevención del genocidio y las atrocidades masivas han demostrado ser de gran importancia en mi desarrollo profesional y en la ampliación de los recursos técnicos para trabajar en políticas públicas de derechos humanos dentro del gobierno federal brasileño.

Por último, quiero destacar la firma del Protocolo de Intenciones entre el Ministerio de Derechos Humanos y Ciudadanía y la AIPG, cuyo objetivo es colaborar en cuestiones de migración en el norte de Brasil. Después de cuatro años, esto marcó el reencuentro institucional del Ministerio con la AIPG y la Fiscalía Federal de Derechos del Ciudadano, todas ellas socias de la Red Latinoamericana para la Prevención del Genocidio y Atrocidades Masivas.

¿Qué le llevó a trabajar en el ámbito de los derechos humanos? ¿Quién y/o qué le inspira a seguir trabajando en este campo?

En 2007, me matriculé en el programa de Máster de la Universidad de Brasilia, realizando una investigación en el campo de las Relaciones Internacionales. En aquel momento, mi objetivo era comprender la reorganización de la política mundial y la dinámica de interacción entre los países del sistema internacional tras la disolución de la Unión Soviética y el abandono del orden mundial bipolar. La serie de conflictos de la década de 1990 arrojó una mirada crítica sobre la capacidad de las Naciones Unidas para prevenir y promover la paz. El rápido aumento de las operaciones de mantenimiento de la paz subrayó la necesidad de introducir cambios estructurales en la organización. Uno de los principales símbolos de esta reforma, y el tema de mi máster, fue la creación del Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas en 2006. Desde entonces, los derechos humanos se han convertido en parte integral tanto de mi formación académica como de mi práctica profesional.

También considero fundamental en esta trayectoria el trabajo de consultoría que realicé en 2009 para la entonces Secretaría de Derechos Humanos de la Presidencia de la República, que, tras varias reestructuraciones y arreglos institucionales, se ha convertido ahora en el Ministerio de Derechos Humanos y Ciudadanía. En esa época, siendo aún académico, tuve la oportunidad de actuar como consultor en la elaboración del Programa Nacional de Derechos Humanos III (PNDH-3). En 2008, en una ceremonia en homenaje a los caídos en el Holocausto, el Gobierno Federal convocó a la sociedad a revisar el PNDH-2, y lo que siguió fue uno de los más destacados ejemplos de participación democrática en la creación de políticas públicas. El documento fue construido a partir de la XI Conferencia Nacional de Derechos Humanos, con la participación de 1.200 delegados y más de 800 observadores. Este movimiento consideró los resultados de más de 50 conferencias nacionales temáticas celebradas desde 2003. El producto final fue un documento que consiguió integrar la agenda de derechos humanos en Brasil e indicar las responsabilidades de los 31 ministerios que componían el gobierno federal en aquel momento.

Esta trayectoria sólo fue posible gracias al apoyo y la colaboración de varias personas, entre ellas mis asesores académicos, colegas del Ministerio y miembros de la sociedad civil. Sin duda, el trabajo realizado por el Instituto Auschwitz también desempeñó un papel crucial. La inspiración, por tanto, proviene de la convicción de que promover la dignidad humana reforzando los derechos humanos es la forma más eficaz de garantizar que la paz no sea sólo un periodo entre guerras.

¿Puede hablarnos del trabajo que realiza para el Ministerio de Derechos Humanos y Ciudadanía de Brasil?

En 2013, inicié mi carrera como Analista de Políticas Sociales, integrándome al equipo de la entonces Secretaría de Derechos Humanos de la Presidencia de la República. Esta oportunidad también me permitió iniciar un curso de especialización en Políticas Públicas de Derechos Humanos. En los últimos 10 años, he trabajado en la promoción y defensa de los derechos humanos mediante el análisis, la coordinación, el desarrollo, el seguimiento y la evaluación de diversas políticas públicas orientadas a los derechos humanos en el Estado brasileño. Estas políticas abarcan una amplia gama de temas y atienden a grupos vulnerables, como las personas con discapacidad; cuestiones relacionadas con la memoria, la verdad y la ciudadanía; preocupaciones relacionadas con los fallecidos y desaparecidos, la educación y la cultura de los derechos humanos, la formación de Consejos y Comités para la participación de la sociedad civil; y los esfuerzos para combatir la tortura, la promoción de la diversidad y la cooperación internacional; hacer frente a los desafíos que enfrentan las personas que viven en las calles; contrarrestar el discurso de odio; prevenir el genocidio y las atrocidades masivas; hacer frente a las poblaciones migrantes; y garantizar el bienestar de los ancianos, entre otras áreas.

Además, dada mi formación académica en Relaciones Internacionales, también asumo responsabilidades relacionadas con iniciativas de cooperación internacional y participo en diálogos multilaterales en todas las áreas temáticas del Ministerio. Esta implicación incluye la participación en diálogos técnicos en la Reunión de Altas Autoridades sobre Derechos Humanos del MERCOSUR, la participación en el desarrollo de proyectos en colaboración con la Unión Europea y el fomento del diálogo y la cooperación con diversos organismos de las Naciones Unidas.‍

¿Qué acciones y/o políticas considera más eficaces para la prevención a largo plazo de las atrocidades masivas?

Reforzar una cultura de aprecio y respeto de los derechos humanos es fundamental para prevenir con éxito el genocidio y las atrocidades masivas. En este sentido, el desarrollo de iniciativas de educación en derechos humanos, que abarquen tanto la educación formal como la no formal, es un requisito previo esencial para crear una sociedad menos susceptible a los prejuicios, la intolerancia, la discriminación, la incitación al odio y la violencia. Para lograrlo, la promoción de los valores democráticos y la ciudadanía debe comenzar en las primeras etapas del sistema educativo y persistir a lo largo de toda la vida, integrándose en diversos contextos sociales y profesionales.

Además, el Estado debe desempeñar un papel crucial en la prevención, reforzando las instituciones y formando a su personal para identificar y abordar los factores de riesgo de genocidio y atrocidades masivas. Las instituciones estatales deben participar activamente, y los funcionarios deben recibir formación para comprender los riesgos dentro de los contextos sociales, económicos y políticos que potencialmente pueden derivar en procesos de crisis y conflictos violentos.

¿En qué iniciativas de AIPG ha participado? ¿Qué, si hay algo, destaca como algo nuevo que aprendió a través de AIPG y que cambió su forma de enfocar su trabajo?

Mi implicación inicial con el Instituto Auschwitz comenzó a través del proyecto Ciudadanía y Democracia en la Escuela en 2016. Durante nuestras reuniones iniciales para familiarizarnos con AIPG y entender sus propuestas, nos dimos cuenta de que AIPG tenía un enfoque innovador, pluralista, democrático y altamente eficiente.Un aspecto clave que se destacó fue la definición colectiva de las directrices del proyecto, con la participación de más de un centenar de personas de diversos orígenes y campos profesionales.

Este enfoque integrador aumentó significativamente el compromiso de todas las partes interesadas. La importancia de valorar a los estudiantes, los profesores y sus contextos locales fue crucial a la hora de desarrollar los materiales de formación y apoyo del proyecto. El proyecto utilizó eficazmente los materiales didácticos disponibles gratuitamente respetando la autonomía de los profesores y sus experiencias locales. Esta fue la primera contribución concreta de AIPG que no solo cambió y mejoró mi forma de trabajar, sino que también influyó en el desarrollo de políticas públicas para la educación en derechos humanos dentro del Ministerio

Tras la experiencia piloto de 2018, implementada en siete escuelas públicas del estado de São Paulo y el Distrito Federal, el proyecto se expandió significativamente. A pesar de los desafíos que enfrenta la educación pública brasileña debido al COVID-19 y las complejidades burocráticas inherentes en un país con vastas dimensiones geográficas, el proyecto se expandió a doce estados y tres ciudades de Brasil. Como resultado, desde 2018, más de 3.600 profesores y aproximadamente 111.000 estudiantes han participado en la iniciativa.

Mi participación en la edición global del Seminario Raphael Lemkin en 2017 y en varios otros cursos, ya sea como estudiante o instructor, también fue fundamental. La formación continua y la red de personas comprometidas con la prevención del genocidio y las atrocidades masivas han demostrado ser de gran importancia en mi desarrollo profesional y en la ampliación de los recursos técnicos para trabajar en políticas públicas de derechos humanos dentro del gobierno federal brasileño.

Por último, quiero destacar la firma del Protocolo de Intenciones entre el Ministerio de Derechos Humanos y Ciudadanía y AIPG, que tiene como objetivo colaborar en cuestiones de migración en el norte de Brasil. Después de cuatro años, esto marcó el reencuentro institucional del Ministerio con AIPG y la Fiscalía Federal de Derechos del Ciudadano, todas ellas socias de la Red Latinoamericana para la Prevención del Genocidio y Atrocidades Masivas.

¿Qué le llevó a trabajar en el ámbito de los derechos humanos y en quién se inspira para seguir trabajando en él?

En 2007 fui admitido en el curso de Maestría de la Universidad de Brasilia y pude desarrollar mis investigaciones en el área de Relaciones Internacionales. En ese momento, mi objetivo era intentar comprender el reordenamiento de fuerzas y espacios de interacción entre los países en el sistema internacional con la disolución de la Unión Soviética y la lógica de un mundo organizado a partir de las dos superpotencias. Con la serie de conflictos de los años 1990, la capacidad de prevención y promoción de la paz por parte de las Naciones Unidas pasó a ser objeto de un intenso cuestionamiento. El vertiginoso aumento de las operaciones de mantenimiento de la paz evidenció la necesidad de cambios en su estructura y, uno de los principales símbolos de dicha reforma, y objeto de mi tema de estudio, fue la creación del Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, en 2006. A partir de entonces, los derechos humanos pasaron a formar parte de mi formación académica y profesional. 

Também considero fundamental nessa trajetória a consultoria realizada em 2009 para a então Secretaria de Direitos Humanos da Presidência da República que, após várias reestruturações e arranjos institucionais, se consolidou hoje como o Ministério dos Direitos Humanos e da Cidadania. En este período, también como académico, tuvo la oportunidad de actuar como consultor en la construcción del Programa Nacional de Derechos Humanos III (PNDH-3). En 2008, en homenaje a los fallecidos en el Holocausto, el Gobierno Federal convocó a la sociedad para revisar el PNDH-2, lo que se convirtió en uno de los mayores ejemplos de participación democrática en la elaboración de políticas públicas. El documento se elaboró a partir de la 11ª Conferencia Nacional de Derechos Humanos con la participación de 1.200 delegados y más de 800 observadores. Este movimiento tuvo en cuenta los resultados de más de 50 conferencias nacionales temáticas celebradas desde 2003. El resultado final fue un documento democrático que consiguió transversalizar la pauta de los derechos humanos e indicar las responsabilidades entre los 31 Ministerios que componen el Gobierno Federal en este momento. Aunque sujeto a críticas, el PNDH-3 sigue siendo un referente para las políticas públicas brasileñas de promoción de los derechos humanos.

Y esta trayectoria sólo fue posible gracias al apoyo y el compañerismo de muchas personas, entre ellas, mis orientadores académicos, compañeros y compañeros del Ministerio y de la sociedad civil y, sin duda, gracias al trabajo realizado junto con el Instituto Auschwitz para la Prevención del Genocidio y las Atrocidades Masivas. La inspiración, además, surge de la convicción de que promover la dignidad humana mediante el fortalecimiento de los derechos humanos es el camino más seguro para que la paz no sea sólo un período entre guerras.

¿Puede informarse sobre el trabajo que realiza para el Ministerio de Derechos Humanos y Ciudadanía de Brasil?

En 2013 ingresé en la carrera de Analista de Políticas Sociales, siendo designado para formar parte del equipo de la entonces Secretaría de Derechos Humanos de la Presidencia de la República, y tuve la oportunidad de iniciar el curso de Especialización en Políticas Públicas de Derechos Humanos. Ao longo desses 10 anos, tenho atuado na pauta de promoção e defesa dos direitos humanos a partir da análise, articulação, construção, monitoramento e avaliação das políticas públicas do Estado brasileiro para diversos temas e grupos vulneráveis na perspectiva dos direitos humanos: pessoas com deficiência, memória e verdade, cidadania, mortos e desaparecidos políticos, educação e cultura em direitos humanos, Conselhos e Comités de participação da sociedade civil, combate à tortura, diversidad, cooperación internacional, personas en situación de riesgo, enfrentamiento al discurso del odio, prevención del genocidio y atrocidades masivas, poblaciones migrantes, personas idosas, etc.

Além disso, por ter toda a base de meu formação acadêmica em Relações Internacionais, também assumo as iniciativas de cooperação internacional e diálogos multilaterais a partir das áreas temáticas do Ministério, participando en los diálogos técnicos de la Reunión de Altas Autoridades de Derechos Humanos del MERCOSUR, en el desarrollo de proyectos con la Unión Europea y en el diálogo y la cooperación con organismos de las Naciones Unidas.

¿Qué acciones y/o políticas considera más eficaces para prevenir a largo plazo las atrocidades en masa?

El fortalecimiento de una cultura de valorización y respeto de los derechos humanos es fundamental para que las estrategias de prevención del genocidio y de las atrocidades masivas sean eficaces. En este sentido, el desarrollo de acciones de educación en derechos humanos, tanto para la educación formal como para la educación no formal, es condición sine qua non para que una sociedad pueda construir un ambiente menos vulnerable al prejuicio, la intolerancia, la discriminación, el discurso del odio y la violencia. Por ello, el estímulo de los valores democráticos y de la ciudadanía debe iniciarse en los primeros años del sistema educativo y mantenerse permanente a lo largo de la vida, insertándose en los más diversos contextos sociales y profesionales.

Por otro lado, el Estado debe asumir su papel en la prevención y fortalecer las instituciones y sus funcionarios para la identificación y la formación sobre los factores de riesgo para el genocidio y las atrocidades masivas. Es necesario involucrar a las instituciones estatales y capacitar a los funcionarios para que puedan comprender los riesgos que entrañan los contextos sociales, económicos y políticos con potencial para impulsar procesos de crisis y transformar los conflictos violentos.

¿Qué ha aprendido en la AIPG que ha cambiado su forma de trabajar?

La primera iniciativa en la que pude participar con la AIPG fue el proyecto Ciudadanía y democracia desde la escuela. También en 2016, realizamos reuniones para conocer la AIPG, entender sus propuestas y desarrollar la concepción metodológica del proyecto. Desde el principio se pudo percibir un enfoque de carácter innovador, plural, democrático y altamente eficiente.

La definición colectiva de las directrices del proyecto, que contó con la participación de más de un centenar de personas de orígenes, experiencias y campos profesionales diversos, contribuyó al mayor compromiso de los participantes. Este cuidado metodológico a la hora de valorar a los alumnos y profesores y sus contextos locales fue fundamental para estructurar los materiales de capacitación y ayuda para las actividades del proyecto. Al comprender y respetar la autonomía de los profesores y sus experiencias locales, el proyecto consiguió potencializar el uso del material pedagógico, que está disponible de forma gratuita. Esta fue la primera contribución del AIPG que, de forma concreta, alteró y potencializó no sólo mi forma de actuar, sino también la construcción de políticas públicas de educación en derechos humanos por parte del Ministerio.

Tras su experiencia-piloto en 2018, que tuvo lugar en siete escuelas de las redes públicas de enseñanza en el estado de São Paulo y en el Distrito Federal, el proyecto tuvo un crecimiento significativo. Apesar das dificuldades para a educação pública brasileira em relação à COVID-19 e aos desafios burocráticos inerentes de um país com dimensões continentais, o projeto foi expandido e vem sendo desenvolvido em doze estados e três cidades no Brasil. Como resultado, desde 2018 más de 3.600 profesores/as y cerca de 111.000 estudiantes se han involucrado/as en la propuesta.

También considero fundamental mi participación en 2017 en la edición mundial del Seminario Raphael Lemkin, además de otros varios cursos en los que pude participar como alumno o instructor. La educación continuada y la red de personas relacionadas con la prevención del genocidio y de atrocidades masivas se revelaron de gran relevancia para mi compromiso y ampliación de recursos técnicos para la actuación en las políticas públicas de derechos humanos en el ámbito del Gobierno Federal brasileño.

Por fim, ressaltar a assinatura do Protocolo de Intenções entre o Ministério dos Direitos Humanos e da Cidadania e o Instituto Auschwitz para a Prevenção do Genocídio e Atrocidades Massivas para a atuação conjunta em ações sobre a pauta de migração no norte do Brasil, marcando el reencuentro institucional, después de cuatro años, del Ministerio con la AIPG y la Procuraduría Federal de los Derechos de la Ciudadanía, socios de la Red Latinoamericana de Prevención del Genocidio y Atrocidades Masivas.